Soy filósofa de mi propia existencia, es decir, poetisa
Soy filósofa de mi propia existencia, es decir, poetisa

Santa voluntad, santo matrimonio

Sobre el valor de una unión álmica y la inutilidad de las bodas burocráticas

¡Si no es santo, no es ni fue ni será! Estamos para aprender cuál es la diferencia entre el ser y la nada, para crear quiénes somos en realidad y experimentar esa existencia ante la cual a menudo nos hallamos ciegos. ¡Cómo arde la falsa vista! Aquí no hay dobles intenciones, tan solo transparencia y unidad y voluntad: más allá, adentro, el reflejo de nuestra parte más invisible (a ojos de los mortales) proyectada en la otra mitad. Pacto entre almas: trabajo interno, lealtad suprema, pureza y total entrega. La luz. Ningún papel podría certificar tal luz, únicamente [podría] el entrelazamiento de dos almas que se saben y se miran.

Así el maestro Nietzsche:

¡Por encima de vosotros mismos debéis amar alguna vez! ¡Por ello, aprended primero a amar! Y para ello tenéis que beber el amargo cáliz de vuestro amor. Amargura hay en el cáliz incluso del mejor amor: ¡por eso produce anhelo del superhombre, por eso te da sed a ti, creador! Sed para el creador, flecha y anhelo hacia el superhombre: di, hermano mío, ¿es ésta tu voluntad de matrimonio? Santos son entonces para mí tal voluntad y tal matrimonio. Así habló Zaratustra.

Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra

Nuestro amarre de tilma y huípil (mamictiliztli mitotilli)