Soy filósofa de mi propia existencia, es decir, poetisa
Soy filósofa de mi propia existencia, es decir, poetisa

Naturaleza imperfecta, perfección antes del Big Bang

¿Qué les resulta más fácil: amar lo perfecto o lo imperfecto? En mi caso lo segundo. Tengo una sensibilidad de encontrar en lo imperfecto la belleza. Al contrario que muchas personas que solo ven la belleza en las proporciones y en lo perfecto. Esto resulta coherente y lógico, se supone que es más fácil querer lo que se antoja mejor, lo más óptimo. Yo encuentro la perfección, sin embargo, algo altiva y déspota. Me causa incluso a veces cierta desconfianza.

Raquel Rubio

Intentemos mirar más allá de nuestro cerebro y nuestros sentidos. Nosotros tampoco somos perfectos. Tal vez veamos la supuesta perfección como meta utópica a alcanzar. “Si fuéramos perfectos no podríamos valorar los logros al alcanzarlos, así que no seríamos del todo perfectos” escribí en el año 2007. Y esta reflexión, despersonalizada y universalizada, es decir, llevada a la mera naturaleza, tendría la misma lógica.

El cosmos se creó para el autoconocimiento y la experimentación de sí mismo. Si fuera completamente perfecto, no podría existir nada relativo que pudiese valorarse o conocerse: todo sería absoluto, conciencia pura y dura. No cabría la duda, el movimiento, el espacio, el tiempo, la posibilidad, la generación, ni el deceso. Así que la naturaleza, por necesidad de autoexperimentarse, tampoco es perfecta, por muy ideal que la veamos con nuestros ojos de la razón y del estímulo estético, tan acostumbrados a esa imperfección majestuosa que la estimamos como perfecta. Ella guarda tantos secretos inalcanzables a nuetros sentidos y a nuestras lógicas, a nuestra mente racional, misterios que tan solo podemos intuir, atisbar desde nuestra oculta esencia, la cual tratamos de hacer brotar mediante meditación. Y esta reflexión, personalizada e individualizada, es decir, llevada a nuestra propia vida, tendría la misma lógica. El sentido de nuestra existencia es conocernos a nosotros mismos mediante la experiencia y ser esa diminuta partícula necesaria en el universo, esa parte del todo, para que éste se autoobserve.

Por eso hace más de una década hice esta definición despectiva de la mente: “Barrera que nos aleja del conocimiento absoluto, pero que a su vez nos indica su existencia más allá de sus muros”. La mente nos limita, pero ese límite nos permite asimismo vislumbrar que existe todo un multiverso de posibilidades ulteriores.

Así que, en realidad e inconscientemente, todos amamos la imperfección. Pero ésta se encuentra dentro de un sistema perfecto que ha decidido volverse defectuoso para saberse a sí mismo.